La
basílica de San Apolinar in Classe
obedece al prototipo arquitectónico de la primera etapa del arte bizantino. Custodiaba
el cuerpo de San Apolinar, el patrón de Rávena, hasta que el saqueo de los
sarracenos provocó su traslado a San Martín del Cielo de Oro (que a partir de
entonces se denominaría San Apolinar Nuevo). Su arquitectura es el exponente de
una etapa de formación del arte bizantino que lo emparenta con las
construcciones paleocristianas. Tiene tres naves, la central más ancha y alta
rematada en un ábside poligonal enmarcado en un gran arco triunfal, con dos
capillas absidiales y un nártex. Pero nos vamos a centrar en la musivaria de su
ábside, en el que destaca su carácter dogmático y simbólico.
En
el centro aparece el titular en actitud orante, imagen en la que se puede
percibir la presencia de evidentes reminiscencias de la iconografía
paleocristiana. El santo, que según la tradición fue ordenado por el mismo San
Pedro como Obispo de Rávena, está en medio de un jardín lleno de árboles
frutales, imagen del Paraíso, de cuyos frutos picotean las aves, que simbolizan
la eucaristía (Ap 22, 1-5). Lo rodean doce ovejas que algunos interpretan como
los doce apóstoles, pero que podrían ser asimismo los primeros cristianos de
Rávena, o quizá se trate de una inspiración en un texto de Pedro Crisólogo que
comparaba a San Apolinar con un pastor de ovejas. Sobre el titular se observa
una imagen que mezcla lo narrativo y lo simbólico, referido a la Transfiguración
de Cristo.
De
lo alto, en el centro, surge la mano divina del Padre entre las nubes,
señalando un medallón repleto de estrellas del que emana una cruz llena de
piedras preciosas. En la intersección de los brazos muestra un retrato de Jesús
barbado, además de los signos del alfa y la omega. Encima de la cruz se lee en
griego “pez” y, en acróstico, de cada letra emana una palabra formando la frase
“Jesús Cristo, hijo de Dios Salvador”. A los pies de la cruz se lee “Salus
Mundi” en alusión al Salvador. Flanquean el medallón Moises y Elías. Entre el
bosque, tres ovejas miran a la Cruz tal vez simbolizando a los testigos de la
Transfiguración.
Entre
las ventanas del ábside se ubican en nichos los cuatro primeros obispos de
Classe, retratados con coronas votivas. Los flanquean el sacrificio de Isaac y
el de Melquisedec. En el arco toral, de abajo hacia arriba, encontramos a los
santos Pedro y Pablo, Gabriel y Miguel. Sobre ellos, palmeras cargadas de
frutos como nueva alusión eucarística. En el registro siguiente, doce ovejas
salen de unas puertas amuralladas (¿Jerusalen, Belén?) que parecen ascender
hacia la visión apocalíptica de San Juan (Ap 4, 2-11). Este último registro
está envuelto en nubes y muestra a Cristo portando el libro de los siete sellos,
rodeado del Tetramorfos. Sin duda, la expresividad del programa iconográfico es
impresionante.
En el arco Total los que aparecen como Miguel y Gabriel son Arcángeles alados cuyos pues descansan sobre el libro sagrado aún no abierto
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