viernes, 3 de febrero de 2012

La custodia de la Catedral de Córdoba



La Custodia del Corpus Christi:
UN HOMENAJE AL CRISTO HECHO CARNE


Orígenes de la fiesta del Corpus Christi:

         Buscando los orígenes de la festividad, hay que remontarse a la devoción eucarística que despunta después del año 1000. Pero la fiesta la introduce el obispo Roberto de Thorote en Lieja en 1247. Poco después, una bula de Urbano IV la extiende a toda la Iglesia.  Era la primera vez que un papa imponía una nueva fiesta a toda la Iglesia de Occidente. Sin embargo, no sería universalmente aceptada hasta después de Clemente V y Juan XXII.

 Con todo, ninguno de los tres papas que la promovieron aluden a la procesión eucarística, que se propagará a lo largo de los siglos XIV y XV.  En las primeras noticias sobre esta procesión aparece como contenedor de la Eucaristía un arca, al parecer de madera, relacionada con el Arca de la Alianza del Antiguo Testamento. Hasta el siglo XV no hay referencias a las custodias de plata, que experimentarán su auge a lo largo del siglo XVI.

Estos modelos expresan el desarrollo teológico del misterio eucarístico, alrededor del cual se celebró en España la fiesta más importante del año durante cinco siglos. En ella participaba toda la ciudad con danzas y música, portando estandartes y símbolos que precedían la aparición de la custodia.

Custodias de Torre:

         Surgen en el Levante español, inspiradas en los relicarios italianos que se realizaban para las cabezas de los santos. Su intencionalidad era la de guardar oculto el Cuerpo de Cristo, según el criterio de “misterio sagrado” imperante en la época. Sin embargo, el mostrar el Cuerpo de Cristo a los fieles, especialmente en la procesión del Corpus, irá cambiando el criterio de ocultar por el de mostrar, apareciendo recipientes horadados en los que se pueda ver la forma consagrada.

         En este marco se inscribe la “reinvención” de la custodia de torre  protagonizada por Enrique de Arfe, quien invierte el criterio de ocultación, respondiendo al dictamen de la Iglesia; así, crea custodias “transparentes”, auténticas torres caladas, miniaturas de edificios en plata.

         Algunos autores piensan que el origen de este modelo de custodia está en los sagrarios alemanes o flamencos del siglo XV, otros lo relacionan con la gran arquitectura en piedra (Torre de la Catedral de Burgos)...Pero quizá la relación más directa se halle en los retablos góticos, en los sagrarios-templete situados sobre el altar, ya que la función de la custodia era la misma que la del sagrario. Es fácil pensar que la idea inicial era construir un sagrario movible, y por tanto, lo más parecido posible al sagrario fijo del retablo.

La Custodia de la Catedral de Córdoba:

         Es una obra de arquitectura gótica, aunque con ornamentación de corte renacentista, realizada entre 1514 y 1518 en plata en su color y sobredorada; formada por tres cuerpos decrecientes cuya estructura consta de cuatro partes fundamentales: basamento, templete del viril, templete de la Asunción y templete de las campanas.

Basamento:

Es de planta dodecagonal, de varios niveles y gran riqueza decorativa. El nivel inferior fue añadido en el siglo XVIII, y supone un documento gráfico interesante sobre la procesión del Corpus en la época. Muestra las tradicionales danzas profanas propias de la corte de Felipe II o III, además de costumbres folklóricas populares como “La Tarasca”, o el “baile de los seises”.

La Tarasca era un artefacto de madera y trapo montado sobre andas con ruedas y conducido por hombres desde su interior. Tenía forma de serpiente, dragón o tortuga con varias cabezas, una de las cuales se abría y cerraba prendiendo objetos. Durante años figuró en la procesión del Corpus en Madrid, adquiriendo la costumbre de quitar los sombreros a los espectadores, a los que se llamaba “guindas” (de ahí el refrán de “echarle guindas a la Tarasca”). Solían acompañar a la Tarasca dos figuras vestidas a la última moda.

Con Felipe II se prohíbe que la Tarasca forme parte de la procesión del Corpus, aunque años después resurgió en la víspera, acompañado de una comparsa precedida por “El Mojicón”, un personaje que portaba un bastón del que pendían unas vegijas sopladas. Este parece ser el motivo representado en el bajo-relieve de la Custodia de Córdoba.

Respecto al “Baile de los seises”, ya en la Edad Media existieron en Sevilla y Toledo los “niños cantorcicos”, que danzaban y cantaban ante el Arca del Sacramento en el Corpus, y que recibieron el nombre de “seises” por su número. Esta tradición aún persiste en la Catedral de Sevilla.

A pesar de que estas tradiciones han podido desvirtuar su sentido originario, no dejan de suponer una expresión espontánea de alegría popular ante el hecho de la encarnación de Cristo y de su Alianza. El relieve de David bailando delante del Arca, que acompaña estas escenas, así parece subrayarlo.

De hecho, el origen de estas danzas se remonta a los albores de la cristiandad, aplicadas generalmente a festividades eucarísticas, e incluso hubo casos en los que actuaban los clérigos, como en las “danzas de vísperas”, que fueron pronto suprimidas.

Es fácil comprobar que la historia de la Custodia se vincula a la historia de la Iglesia y también a la historia de lo cotidiano. Porque la fe siempre supone un diálogo de Dios con el hombre en el que Aquel sabe descender hasta hacerse tangible y cercano al hombre, posibilitando una respuesta de alabanza.

Siguiendo con la descripción del basamento, sobre este zócalo se asientan los restantes niveles. El primero se asemeja al friso de la Urna eucarística del Sagrario de la Catedral de Córdoba, y sobre este, otro con elementos vegetales y figuras sobre el que se asienta la estructura arquitectónica del primer cuerpo.

El último nivel del basamento lo compone un friso de dieciocho capillitas gótico-flamígeras que ofrecen escenas de la vida de Cristo. Se trata de figuras proporcionadas, de influencia italiana y flamenca. La narración comienza con la Anunciación y, tras detenerse en la infancia de Jesús, se centra en su vida pública, Pasión y Resurrección.

Se trata de un relato en imágenes de toda la historia de la Salvación. Es lo que causa la fiesta precedente, el motivo de alegría, lo que da sentido a todo lo demás. Dios se ha hecho carne, se ha hecho cuerpo, y con ello ha sacralizado lo corpóreo, ha redimensionado nuestra humanidad.

Templete del viril:

         Cubierto por cúpula, se encuentra el viril de plata sobredorada que regaló el Cardenal Salazar, que porta el Santísimo Sacramento,  y que se protege con un cilindro de cristal. Se apoya sobre un friso manierista añadido al original de Arfe,  decorado con un Arbol de Jesé.

Templete de la Asunción:

Otra cúpula calada cobija una escultura en plata de la Virgen en su Asunción, que sustituyó a la imagen del Salvador. Alrededor hay un “bosque” de torrecillas unidas por delfines sobre los que cabalgan angelitos.

Templete de las campanas:

         También se le llama “de la paloma” porque, según referencias, durante la procesión del Corpus hubo una época en la que se colocaba en su interior una paloma como símbolo espiritual. A veces también se prendían espigas de trigo como expresión de gratitud por la cosecha. En la parte superior se asienta una corona de la que pende una de las catorce campanas
que dan nombre al templete; rematando el conjunto, una figura del Resucitado.

La procesión del Cuerpo:

         Aunque suele acusarse a la Iglesia de despreciar el cuerpo, no existe  una concepción más positiva sobre la condición carnal del hombre que la expresada por el Magisterio de la Iglesia. El cristianismo es la religión del cuerpo; el mismo Dios tiene un cuerpo y nace de un cuerpo: el de la Virgen María. Esa es la vía elegida por Dios para manifestarse.

         En medio de una sociedad que, a fuerza de manosear las alabanzas al cuerpo, ha acabado por olvidar su verdadero valor y dignidad... hoy, más que nunca, es necesario reivindicar su unidad indisoluble con el espíritu, su carácter de custodia sagrada que revela a la persona, su dignidad derivada de la del Cuerpo de Cristo, que se nos parte en la Eucaristía y nos constituye en miembros suyos y en Templos de su Espíritu.

         Esto es lo que contemplamos ante la procesión del Corpus, al Cuerpo de Cristo ofreciéndose de nuevo por nosotros, aceptando nuestro homenaje, un homenaje sencillo de asfalto alfombrado de romero, de niños vestidos de comunión, de espectadores que se agolpan testimoniando su fe en algo pasado de moda, presididos por un Pastor que pregona un Evangelio siempre actual que clama por la vida.

         Con la fiesta del Corpus, los cristianos celebramos el cumplimiento de una promesa: “Yo estoy con vosotros todos los dias hasta el fin del mundo”. Cristo ha querido quedarse con nosotros con un gesto muy expresivo: el Pan de la Vida, un pan que sacia, frente a todo lo que no sacia, a la desesperanza.

         No hay mayor gesto de acompañamiento de Dios que la Eucaristía, en la que El comparte con nosotros el camino para darnos la Vida y para hacernos un solo Cuerpo.

         Sentirse acompañado por El, amado por El, en cualquier circunstancia, es motivo de la mayor alegría, de la mayor gratitud. Eso es lo que celebramos en el Corpus.

         La procesión es un gesto visible de cómo el Señor acompaña a su Pueblo, y de cómo este reconoce su presencia y su gracia. Se constituye en signo de nuestra alegría, en signo de fiesta.

         Porque, verdaderamente, los cristianos tenemos mucho que celebrar.

                                                                     Revista Primer Día nº 17. Junio 2001

5 comentarios:

  1. Me impresionó cuando lo estuviste explicando "in situ"

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    1. Muchas gracias por el comentario.

      La fe siempre tiene que encarnarse, ¿verdad? Eso lo sabéis, mejor que nadie, los profesores de religión. ¡Ánimo con vuestro trabajo! Tenéis en vuestras manos una preciosa responsabilidad.

      Un abrazo, y gracias de nuevo.

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  2. Muchas gracias, cuanta belleza y riqueza espiritual hay en cada obra de arte y cuando hay una persona que nos la describa, aprendemos mucho.
    El comentario también nos enriquece espiritualmente.
    De nuevo muchas gracias

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  3. Muchas gracias, cuanta belleza y riqueza espiritual hay en cada obra de arte y cuando hay una persona que nos la describa, aprendemos mucho.
    El comentario también nos enriquece espiritualmente.
    De nuevo muchas gracias

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  4. excelente redaccion y comentarios. gracias por instruirnos.

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